Psicología actual

¿Por qué nos sentimos tan solos?

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Crisis política, social y de valores. En un momento donde todo parece tambalear a nuestro alrededor, la ansiedad crece, se multiplica y se mantiene como uno de los problemas en auge, dentro de la sociedad.

 

Miedo a perder el empleo, miedo a perder la pareja o a conseguir una, miedo a no poder seguir el ritmo frenético que demanda lo social…miedo al fin y al cabo. Consecuentemente nos refugiamos en la duda y una sombra desdibujada nos amenaza, haciendo que nos sintamos un poco desnudos. “Me siento solo”, suelen decir muchas personas. Y es que la soledad no solo tiene que ver con las características de personalidad, la autoestima y las habilidades sociales. También está relacionada con las características sociodemográficas y el entorno en el que vivimos.

 

Estamos de acuerdo en que la soledad, tiene un carácter subjetivo y también en que el déficit percibido puede ser cuantitativo ( no tengo amigos, pareja, trabajo…) o cualitativo (no me satisface esta relación o trabajo…) También estaremos de acuerdo en que la soledad es un sentimiento que suele vivirse de manera negativa y que hay personas que por sus rasgos de personalidad tienen mayor riesgo de padecerla pero todo y así puede afectarnos a cualquiera de nosotros en algún momento de nuestra vida. Y parece que en estos momentos, la padecemos mucho. Los aspectos sociodemográficos como la edad y el estado civil, junto con la crisis social donde todo parece frágil, hacen que nuestra percepción de la soledad aumente.

 

Tener treinta años y estar desempleado, cumplir los cuarenta y volver a casa de los padres por no poder asumir un alto coste de vida, estar soltero a los treinta y cinco, quedarse sin trabajo a los cincuenta…son casos comunes actuales que no solo generan frustración e insatisfacción en algunos casos sino que también conllevan sentimientos intensos de soledad y en ocasiones de depresión, en muchos otros. Los factores sociales de empleo, la inestabilidad en las relaciones, la corrupción política y la falta de respuestas y apoyo social producen en el individuo un desajuste psicológico que produce mucho sufrimiento.

 

Por otra parte y no menos importante, el acceso a las tecnologías y la “ya casi adicción” a los teléfonos inteligentes nos produce un “aislamiento” y consecuentemente una sensación de soledad digna de mención. Y es paradójico porque mientras nos ocultamos bajo el acceso a estas tecnologías, buscando el contacto del otro e intentando ampliar conocimientos y contactos, encontramos cada vez más el vacío. Dicho de otro modo; a pesar de ser un momento donde disponemos de un fácil acceso para la comunicación humana, es el momento donde menos nos comunicamos y donde más solos nos encontramos. La dependencia a la “conexión instantánea” nos hace desconectar del mundo real, del aquí y ahora con amigos, en una reunión y en encuentros sociales. 

 

En resumen; la soledad es subjetiva y depende de muchos factores, pero uno de ellos estriba en la condición social. “Yo, dentro de mi grupo de iguales e incluido en una situación política, económica y social” que en estos momentos es inestable, confusa y temerosa. Somos seres sociales y nuestro sentimiento de pertenencia al grupo es muy importante para la realización personal y la felicidad. No en vano, la soledad ha sido definida como “una discrepancia subjetiva entre el nivel de contacto social logrado y el deseado” (Peplau y Perlam, 1982)

Núria Costa, psicóloga

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