Cambiar de horarios, disponer de un tiempo personal para distribuirlo como a uno le plazca, realizar otras actividades…en definitiva; modificar hábitos durante el periodo vacacional forma parte de uno de los procesos normales, que puede experimentar cualquier persona. Pero el verano es un tiempo de ocio y descanso que inevitablemente también se acaba y la vuelta a la rutina no siempre resulta una tarea agradable y fácil. La nostalgia y la fatiga pueden llegar a ser comunes pero cuando se instaura con intensidad la tristeza, la irritabilidad y la ansiedad, hablamos del del llamado síndrome post-vacacional.
Ahora bien; dicho síndrome no es contemplado como una psicopatología, sino como un conjunto de sensaciones pasajeras que afectan al estado anímico incluso al estado físico y emocional. En otras palabras; tras un periodo de descanso, puede haber una “desadaptación” temporal que curse con síntomas tales como: irritabilidad, ansiedad, fatiga, náuseas, problemas estomacales, desmotivación, insomnio, falta de apetito, dificultad para concentrarse y sudoración. En algunos casos más severos puede llegar a desembocar en depresión, pero probablemente porque haya relación con otros temas.
Por otra parte, cabe decir que el síndrome postvacacional, suele durar pocas semanas y remite mediante la adaptación a la rutina diaria. Es frecuente que este conjunto de síntomas se dé por una construcción negativa de la realidad, generando así sentimientos y sensaciones negativas. Si creemos que algo no nos va a producir satisfacción (la vuelta al trabajo/estudios/obligaciones varias…) se convertirá en una situación que nos traiga malestar. De todas maneras, si este malestar y los síntomas descritos persisten mucho tiempo, es necesario acudir a un profesional.
También es relevante citar, que el síndrome post- vacacional, suele afectar más a sujetos que tienen problemas en el trabajo y a la hora de volver a enfrentarse a él, la adaptación sea más costosa a nivel físico y psicológico.
Como profesional de la psicología, y por lo que respecta a mi opinión y experiencia, me gustaría dejar claro que el síndrome post-vacacional no deja de ser una “readaptación” y como cualquier cambio de hábito, tiene sus dosis de esfuerzo. Dicho de otro modo; no se trata de ninguna enfermedad, sino de un “volver a empezar”.
De todas maneras y por si puede resultarles útil, es aconsejable no auto imponerse presión los días previos, empezar de manera gradual siempre y cuando sea posible, buscar los puntos gratificantes que nos aporta el trabajo y el sentirnos útiles y pensar que de estar siempre sin obligaciones tampoco nos sería beneficioso.