
“Hice algo malo”, es quizás una de las frases que más definen un sentimiento de culpa. Nos sentimos culpables porque hemos traicionado a alguien, porque hemos hecho algo mal, porque no hemos dicho la verdad, porque no hemos hecho lo que debíamos…uno puede llegar a sentirse culpable por multitud de causas. Como seres en interacción social, tenemos unas normas impuestas por los demás acerca de lo que está bien y está mal pero las importantes, las que nos hacen sentirnos de esta o de otra manera son las nuestras propias y esas mismas son las que utilizamos para juzgarnos cuando creemos que hemos fallado y/o defraudado. Esto es entonces; somos nuestro peor juez, el cual tiene mucho poder a la hora de sentenciarnos. Asociado a él viene ella; la culpa.
Esta emoción está relacionada con la vergüenza. Cuando nos sentimos mal por haber hecho algo malo, directa o indirectamente nos sentimos avergonzados con los demás y/ o con nosotros mismos y ahí entramos en una dicotomía que lidia con la autoestima. Por una parte y de una manera inconsciente, buscamos que “nos castiguen”, lo que da lugar a sentimientos como la lástima de uno mismo, la tristeza, a veces la ansiedad, incluso en ocasiones la depresión. Sin embargo a la vez que buscamos ese castigo necesitamos algo externo que nos libere de ello. En resumen; la culpa es una indefensión, que queda bloqueada en nosotros y que avergonzada sale a pedir y/o buscar el perdón.
Desde la visión Psicoanalítica, Freud postula que el sentimiento de culpa es un conflicto entre el “Yo” y “el super Yo”, una crítica castigadora y feroz que está llena de reproches. La culpa original, proviene del instinto de vida y muerte y de la necesidad de castigo. Winnicott, siguiendo a Freud entiende la culpa no como algo inculcado sino como algo implícito en el desarrollo del ser humano. Esto es; una angustia provocada por el conflicto entre el amor y el odio y el conflicto edípico. De su resolución dependerá un desarrollo más o menos sano.
Desde la temprana infancia hemos incorporado normas. Hemos sido premiados por lo bueno y castigados por lo malo tanto en la relación con nuestros padres como en relación con la cultura a la que pertenecemos. Recibimos normas mediante el aprendizaje, la religión, las relaciones con los otros…Esto es; las normas son primero externas y luego las internalizados, construyéndose una “conciencia moral” que será la encargada de aprobar y desaprobar nuestras conductas y sentimientos así como las de los demás. Los sentimientos propios de culpa llevarán a la idea del castigo, mientras que los sentimientos de culpa ajena llevarán a la idea de la venganza.
En resumen; la culpa se integra desde nuestros primeros años de vida. Se relaciona con la moral, la vergüenza, la venganza y la autoestima. Provoca multitud de síntomas y manifestaciones, que por extensión aquí no hemos tratado. Por otra parte, mencionar que siempre hay algo de lo que aprender y la culpa no es menos. Si tenemos que ver sus aspectos positivos se puede decir que la culpa apropiada puede hacer la función de aglutinador social y reparación de errores. Nos ayuda a desarrollar un mayor sentido de nuestro comportamiento y nos incita a revisar este mismo, dando la posibilidad de reparación.
Bibliografía
El Yo y su angustia ( entre pulsión de vida y pulsión de muerte) B. Rosenberg. Amorrortu (2001)
La pulsión y la culpa. F. Pereña-García. Síntesis. (2001) Madrid.