
Las mujeres del mundo contienen en su conciencia social un mensaje tan claro como aterrador. Desde pequeñas escuchamos aquello de “cuando seas madre…”
como si una obligación vital se instaurara en la condición femenina. Crecemos con ello aunque en el camino una pueda sentir que no percibe “el don” de la maternidad. La que se atreve a decirlo, aún la miran raro, pero escuchando a la gente me pregunto y acabo afirmando que muchas mujeres (todo y habiendo sentido el supuesto instinto maternal) se arrepienten de haber sido madres. Parece un secreto. Esto solo puede escucharse en la confidencialidad de las consultas de psicología porque todavía somos lo bastante miedosas para decir una verdad vergonzosa que haga que nos juzguen y la sociedad sigue siendo lo suficientemente hipócrita, para sentenciar al vecino al escuchar dicha verdad.
Pero hay más porque en ello estamos contando que se tienen hijos “sanos, buenos, estudiosos, respetuosos…y todo aquello que se espera de ellos” pero si después de esa gran inversión a todos los niveles el hijo en cuestión tiene “problemas”, no solo es casi siempre culpa de los padres sino que encima también parece estar penalizado que los progenitores puedan arrepentirse (porque es humano) de haber traído una vida al mundo.
Esto, lo otro y lo de más allá pero la maternidad siempre ha estado bautizada con la virtud. ¿Es eso realmente cierto? ¿Está sobrevalorada? ¿Pueden y quieren todas las mujeres permitirse ese lujo? ¿Cuáles son sus secretos?
Psicológicamente hablando y por supuesto desde la premisa biológica, el amor de una madre es el único amor incondicional que existe. Solo hay una persona que daría la vida por ti y esa es una madre. Nadie puede sentir como ella, nadie puede palpar el sentimiento materno hasta que no lo tiene en sus entrañas. No solo es precioso y mágico sino que también muy duro porque la parte mala no se explica y para más inri se critica. Más allá de ese poderoso e insustituible sentimiento hay otras reflexiones. Sufrimiento desde antes de la concepción, incluso cuando una mujer tiene cierta edad y viendo lejos esa posibilidad, la gente le cuestiona ese deber. A veces, inquietud y ansiedad tras diversos intentos frustrados cuando el deseo y el empeño es muy fuerte, cuidados pre y post natales si es que se consigue concebir y luego…la realidad. Una realidad no siempre tan fantástica como la pintan. ¿Qué hay tras ese anuncio de pañales limpios y suaves? APARENTEMENTE y desde un punto social solo se me ocurren dos palabras; sacrificio y vocación. Y añadimos; mucho amor, mucho amor… pero desde el punto de vista profesional me vienen a la mente un sinfín de sentimientos y sensaciones. Algunos encontrados, ambivalentes, vergonzosos, miedosos… Detrás de una madre no solo hay entrega y vocación, principalmente hay una MUJER con su personalidad y sus circunstancias que siente muchísimas cosas, algunas de ellas contradictorias. Y por supuesto en ese tipo de amor incondicional del que hablábamos entra el aceptar, el tolerar y el perdonar a
un hijo y el de saber que ya jamás una dormirá igual de tranquila.
En la época actual, la mujer ya no solo está al cuidado de los niños sino que a parte también trabaja, también paga la hipoteca, también da mucho valor a sus amigas, a sus aficiones, a su independencia y a sus cosas como ser individual. Solo por ese amor tan sumamente grande que es su hijo, llega con ojeras a la oficina, no ha podido teñirse el pelo, ha dejado de hacer tanto deporte y está algo más rellenita y ¿saben ustedes? La siguen criticando. Y ella se siente mal, muy mal. Mal por no estar a la altura, mal por estarse descuidando como mujer, mal porque tiene que estar en todo y no puede y aparte de eso que no se le ocurra a ella decir, en ningún momento de toda esa vorágine de quehaceres diarios y cansancio, que solo por un segundo ha podido arrepentirse de ser madre. Les pregunto; ¿somos ahora más egoístas y menos sacrificadas o es
que el nivel de exigencia que tiene que tener hoy la mujer no permite el lujo
de la maternidad? Porque ser madre también es un lujo. Un lujo carísimo tanto económicamente hablando como a nivel emocional.
Nada es ideal. Todo tiene sus ventajas y sus desventajas. Aquí entra la elección porque en la vida elegimos lo que deseamos y lo que creemos que es lo mejor para nosotros mismos pero este es un tema delicado donde entran no solo elecciones, sino muchas otras variables con las que se encuentra la condición femenina. La reproducción es un cometido biológico pero ¿a qué precio psicológico? La presión social, la conciliación familiar, la estabilidad emocional y económica. Y el estado no ayuda, al menos en España ¿Es todo esto un sueño realmente? ¿Por qué está mal ponerlo en duda? ¿Y qué pasa si no se cumple por motivos varios? Desolación, frustración, críticas, culpas y mucho dolor.
Hoy en día ya sabemos que una mujer no ha de realizarse con el hecho de ser madre. La mujer se siente realizada de muchas otras maneras pero todo y así detrás de esa válida elección ella siempre se topará con un montón de dudas que provienen del inconsciente colectivo y bajo una moral judeo-cristiana batallará en su fértil edad para encontrar respuestas. Si decide dar el gran paso estará expuesta a la crítica social e interna. El ser y no ser buena madre y sentirse como tal recaerá sobre ella el resto de su vida. Da igual que el hijo sea una excelente persona o una persona no tan excelente, ella siempre sentirá gran responsabilidad.
No todas las madres son buenas madres ni todos los hijos son buenos hijos pero qué gran peso recae sobre una mujer y sobre su elección ante algo de tanta envergadura. Ella a menudo se encuentra ante la duda de si quiere o puede dar esa entrega, porque si algo es cierto es que en una madre hay ENTREGA. Pero también hay miedo, compromiso y a veces rechazo y es que somos humanos. Seamos tolerantes.
Yo no tengo respuestas. Sí algunas dudas que van más allá de la época actual. Muchísimos días me pregunto cuando escucho a esos valientes ancianos (hombres y mujeres con demencia) con los que trabajo, el por qué cuando uno ha perdido sus habilidades cognitivas siempre continua llamando o buscando a su madre. Me atrevo a decir que un porcentaje muy pero que muy alto de gente con demencia, cree que todavía vive su madre. ¡Cuánto misterio hay ahí mientras uno lucha para seguir viviendo con el imaginario de mamá !Qué significado tan alto que tiene el lujo de la maternidad. Este rol ESTÁ, PERSISTE y se RESISTE aunque uno tenga noventa años y escasas o nulas habilidades para pensar. De madre solo hay una pero ¿cuánto vale ese papel?