«No me intoxiques»
Carolina hoy entra a consulta con paso lento. Se sienta, deja caer sus brazos y sopla. Parece emocionalmente agotada y exhausta. Seguidamente verbaliza que “no puede más” y me comenta que Mónica, su compañera de oficina, acabará con ella. Observo a Carolina mientras habla. Sus gestos, al apoyar el codo sobre la mesa y sostener su cabeza, indican una preocupación excesiva. Su voz alta, mientras relata de qué manera Mónica le absorbe las energías, denota impotencia y rabia. Está claro, Carolina trabaja con una persona que la desgasta de tal manera que la intoxica de manera psico-física.
Hace tiempo, escribí un artículo donde hablaba del humor y del contagio de los estados anímicos en nuestras relaciones interpersonales. Ahora me gustaría dar un paso más y hablar de ciertas personas que por elección o imposición nos encontramos en la vida y que suponen una verdadera carga para nuestro bienestar emocional. Me refiero a aquellos sujetos que tienen la mala habilidad de intoxicarnos con su continuo comportamiento negativo. Hablamos de personas victimstas, inestables emocionalmente, chantajistas, manipuladoras, intrusivas, sin límite y/o con la incapacidad de responsabilizarse de sus actos buscando culpabilizar a quien está a su lado.
El caso de Carolina es muy común. A menudo, suelo ver a gente que relata ansiedad, agobio, malestar e incluso cansancio físico cuando se ve absorbida por este tipo de individuos. Sin entrar en los mismos y viendo la gran demanda que existe para ver cómo se puede lidiar con tales personas, me dedicaré a explicar qué podemos hacer para mantenerlos alejados, protegernos y practicar el autorespeto, como derecho que tenemos. Antes por eso me gustaría decir qué efectos causan en nosotros.
¿Qué efectos negativos causan las personas tóxicas?
No es raro que tras exponernos a relaciones que nos quitan vitalidad podamos sentir un descenso de nuestro nivel de energía, un bajo nivel de confianza en nosotros mismos, estrés y tensión. Por otra parte también es común encontrarnos saturados y cansados físicamente y puede haber sentimientos de angustia y depresión. La sintomatología psicosomática también puede estar presente.
La relevancia de los límites
No solo nadie tiene la culpa de las carencias y problemas de los otros, sino que nadie tiene porque acarrear con ello. Aunque esto es sencillo de entender, hay gente que de manera inconsciente y sistemática “vomita” en los demás todas sus incapacidades y malas gestiones emocionales, creando mucho malestar en quien las recibe. Para ello es importante tener en cuenta que solo nosotros vamos a tener que poner el freno, una vez hayamos identificado que esa persona nos resulta “dañina” para nuestro equilibrio psicológico.
Poner límites significa en primer lugar, entender que tenemos el derecho a defender nuestro bienestar. Los demás son importantes pero nosotros también y a veces olvidamos esto último cuando sucumbimos forzadamente a las demandas de alguien “desvalido” con su caótico mundo de emociones. Así que el primer paso es saber que merecemos respetarnos. Una vez tengamos claro que nuestra satisfacción también es importante, hay que ponerla en práctica. ¿Cómo? Estableciendo límites claros con la persona que intenta ejercer su presión hacia nosotros.
Reaccionar con agresividad no sería una buena estrategia. Debemos hacer uso de la asertividad para mantener nuestro espacio y que el otro sepa cuál es la frontera. Seamos amables al decir “ahora no puedo atenderte o estar por ti” diciéndolo con seguridad y firmeza. Utilizar la empatía para que el otro sepa hasta donde puede entrar también nos ayudará.
Expresiones como “me gustaría pero no puedo ayudarte con eso” o “entiéndeme, no me apetece hablar de esto, ahora” nos refuerzan la autoestima y nos dejan en una posición de bienestar. Las personas que buscan la aprobación constante con un “todo me pasa a mí”, “siempre tengo la culpa” o “soy un desgraciado” nos invitan a estar pendientes de ellas. No debemos pretender “arreglarles la vida” ni hacerles entender que están equivocadas. Tan solo hemos de no dejar que eso nos impregne de amargura con frases del tipo; “creo que a todo el mundo nos pasan cosas” o “siento que lo estés viviendo así”
Por otra parte cuando nos sintamos mal o incomodados debemos hacerlo saber. “no entiendo que quieres decir con esto, explícamelo” o “me he sentido incómodo con lo que has dicho” Hay que decir las cosas claras, con amabilidad y respeto. Por otra parte, hemos de saber que tenemos derecho a la intimidad y a ser respetados. Debemos evitar dar muchas confianzas y si sentimos la intrusión del otro, hemos de hacerle saber que está sobrepasando el límite.
En resumen; no podemos elegir cómo quiere vivir el otro, pero sí como queremos vivir nosotros mismos. Si sentimos la amenaza de que alguien está tambaleando nuestro equilibrio psicológico hemos de hacer uso de los límites con asertividad y sabiendo que tenemos completo derecho a preservarnos.
5 comentarios en “La importancia de los limites en personas tóxicas”
Hola, te leo asíduamente. Estoy subscrita a tu blog y normalmente tengo que asentir con cada párrafo que escribes. En este caso estoy igualmente de acuerdo y paso por una situación similar con una persona que no sólo es tóxica y nociva sino que encima es pariente político.
Lo de hacerle entender que no es el momento ni el lugar de escuchar sus lamentos es algo que ya he hecho, incluso he optado por sacar el móvil y ponerme a mirarlo para que entienda que no me interesa. El problema es que cuando la he puesto el semáforo en rojo, ha acabado por ponerse agresiva, llorando y haciéndose la víctima más incomprendida aún.
Realmente es una cuestión de respeto, pero no le cabe en la cabeza. Algún consejo además de no intentar asesinarla? jeje
Hola Ana!
En primer lugar gracias por la lectura continuada al blog. Celebro que sea de tu interés. Respecto lo que cuentas, decirte que no dejes de poner límites aun y cuando la otra persona no lo entienda. Debes dejar clara tu postura ( no somos responsables de los demás, sí de nosotros y debes sentirte bien cuando defiendes tu bienestar) y no someterte al chantaje emocional. Puedes decir por ejemplo; "no sé si entiendes lo que he explicado de que ahora no puedo atenderte. Me surgen dudas cuando te veo llorar" o "si me comprendes porqué lloras?" Hazle saber que tu opinión tb es importante!
Un abrazo Ana!
Son los de-más ,que por supuesto sobran!
Los demás sobran!
Hola Nuria,
es muy interesante todo lo que comentas, gracias por compartirlo.
Me ocurre como a Ana con una amiga que para mí era muy querida pero de la que me estoy distanciando,
a la vez que siento una enorme culpa por ello. Le he tratado de explicar varias veces que su actitud tan victimista hacen de ella misma su por enemiga.
Por supuesto, al poco de comenzar yo a hablar, ella se echa a llorar. Pero más allá de eso, sé que habla mal de mí a nuestros otros amigos a mis espaldas, de forma sistemática.
Hace tiempo que he dejado de contarle absolutamente nada de mi vida personal; primero, porque no parece importarle y, segundo, porque cualquier cosa buena que me pase hasta me da vergüenza y culpa contársela. Su argumento de crítica ahora, al no tener nada personal sobre mí, es que le reprocho cosas, que no la entiendo,q ue no soy tan amiga suya como ella pensaba… y que estoy demasiado ocupada para ello. Trato de que no me afecte, pero yo la quería de verdad, y me duele.
me gustaría conocer tu opinión, porque no sé cómo gestionarlo ya.
Muchas gracias
Buenas tardes Unknown!
Pienso que una de las cosas más importantes que contiene la amistad es la sinceridad y comunicación. Has hecho muy bien en explicarselo y tb en tomar distancia si crees que eso te desgasta. Entiendo tu malestar pero cuando uno es coherente consigo mismo y los demás a la larga uno siente que ha hecho lo correcto. Explicale cómo estás viviendo esto y de qué manera os afecta en la amistad. Si no lo entiende recuerda que somos responsables de lo que decimos y no de lo que los demás entiendan. Un abrazo